Para saber siquiera de que moto estamos hablando tienes que ser un autentico aficionado o tener ya rebasada la cuarentena, o quizá las dos cosas, porque la Ducati Indiana fue un intento de la marca italiana de dar algo de "guerra" a la intocable Harley Davidson, que a mediados de los 80 empezaba su resurgir con fuerza, las marcas japonesas también quisieron un trozo del pastel del éxito de las Cruiser o como ahora las llamamos Custom, pero con mas éxito que Ducati, que por varios motivos no consiguió las ventas que esperaba y dejo de fabricar la Indiana en 2 años. La Ducati tenia el motor Pantah, que la marca usaba en varios modelos propios así como en la marca hermana Cagiva, y su comportamiento en carretera era y sigue siendo muy superior a cualquier custom de su cilindrada (y algunas superiores) de su epoca, El motor, los discos de freno con pinzas Brembo delante y detrás hacían que su comportamiento hiciese honor al logo que llevaba en su deposito, pero los clientes de la marca no buscaban ese tipo de moto, los clientes de Harley no se pasaban a una Ducati, y los que por economía no se podían permitir una Harley, se compraban una Japonesa , bastante mas barata que la Harley y también que la Ducati, que por estos motivos dejo de comercializarse con tan solo 2318 unidades fabricadas entre sus tres cilindradas, 350, 650, y 750 c.c.
Hecha ya un poco de historia, he de decir que la moto sorprende nada mas subirse, la primera impresión es que la postura es rara, los pies algo mas levantados de lo que seria cómodo, y el cuerpo un poco adelantado, aunque el sonido grave y estridente aunque cautivador, hace que se te olvide, no estas en una moto "normal" , accionas el suave embrague hidráulico (en Milwaukee aun no sabían que era eso) engranas la primera y sales zumbando...el tirón es superior a lo que te esperas, y tienes un poco la sensación de estar subido en un potro salvaje que hay que domar, y algo de eso hay.
En cuanto pasas un rato con ella te acomodas a la postura rápido, y al cabo de unos días acabas domando al potro, pero recuerda que sigue siendo salvaje, y en cualquier despiste te puede dar un susto.
El espíritu de la moto es trayectos cortos por carreteras secundarias, por ahí va muy bien, y es muy divertida, si se te ocurre salir a una autovía, la cosa cambia, la moto da de sobra para ir rápido, pero la postura no, y la protección al viento, que brilla por su ausencia (como debe ser, en este tipo de motos) hace de un trayecto de 100 kilómetros una tortura, hay que adaptarse a la moto, y no intentar adaptar la moto a ti.
Tiene sus pros y tiene también sus contras, pero una cosa es segura, no te dejará indiferente.